La soledad... ¿quién se ocupa de ella?

Se acaba de presentar un informe sobre ‘La Soledad en España’ patrocinado por Fundación AXA y Fundación ONCE (descargar). El informe recoge datos muy interesantes sobre las características y extensión de este problema social (nunca mejor dicho). Que cuatro millones de personas, según dice el informe, se hayan sentido solos con frecuencia en el último año supone una cifra muy importante a tener en cuenta (casi ocho de cada cien españoles). Pero lo que quisiera poner de relieve es la escasa atención que se presta a este importante problema. 

Son muchos los estudiosos de lo social que denuncian que el estilo de vida actual propicia que las personas se sientan cada vez más solas y, consecuentemente, vean deterioradas sus condiciones de bienestar y calidad de vida. Las personas somos animales sociales que crecemos y nos desarrollamos en contacto con los demás. La interacción humana es clave para dar sentido a nuestra existencia. Cuando las relaciones interpersonales son escasas, débiles, frías, mecánicas... cuando sentimos que no importamos a nadie... aparece ese sentimiento de soledad dolorosa, triste que a veces termina por desesperar y deprimir al que lo sufre.

¿Quién se ocupa de la soledad? Nuestro estilo de vida está dominado por el consumo individualista. La pauta dominante es satisfacer las necesidades personales a través del mercado que parece tener productos y servicios para todo. Pero el vínculo social, el sentido de pertenencia, saberse importante para los demás... no se compra en el supermercado. Aquí es donde creo que hay mucha labor por hacer por parte de los profesionales de la intervención social, especialmente por parte de los trabajadores y trabajadoras sociales. La Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS) cuando define esta profesión señala que interviene en la interacción de las personas con su entorno, preocupándose recuperar, mantener y promocionar a las personas una interacción gratificante, estimulante, significativa...  También Fernando Fantova, cuando define la intervención social lo hace destacando ese papel de favorecedor de la interacción de las personas (ver Repensando la intervención social). 

Traigo aquí una parte del artículo de Dolors Colom titulado:  La soledad: entre el placer y la desesperación, el trabajador social

Los trabajadores sociales intervienen ante la soledad que supone pérdida, melancolía, aislamiento. Esa realidad objetiva que merma la vida y si nadie lo remedia, la va secando. Esa vivencia que impide a la persona manifestarse de manera autónoma e independiente. Ese estado de ánimo que la aboca al descuido personal y psíquico. Los profesionales del trabajo social conocen bien que de ahí, a la mala nutrición, a la falta de higiene, a la inmovilidad, al aislamiento, a la depresión, al incumplimiento terapéutico, a los errores de medicación y a la enfermedad, el recorrido es muy corto. A esta soledad desestabilizadora no se le puede dar la espalda y la sociedad debe disponer de instrumentos, como lo es el trabajo social, que permitan su detección y pronta intervención. 
Es preciso ofrecer ayuda, acercarse a esos cuatro millones de personas, ya sea desde los servicios sociales o desde la atención sociosanitaria, y facilitar la superación de la soledad no deseada... antes de que sea demasiado tarde. 


1 comentario:

  1. Ningún hombre es una isla completamente, es un pedazo de continente,  una parte del todo”, escribió el poeta John Donne en el siglo XVII para  referirse a la soledad y la nostalgia.Algunas personas buscan vivir aisladas, pero pocas eligen estar solas. Y parece que es porque no lo vemos como algo bueno. Varios estudios señalan que la soledad no es sólo un problema de infelicidad. Incide en la mortalidad.
    También está asociada con el deterioro de la  salud mental y más sorprendentemente a enfermedades cardiovasculares,  hipertensión y demencia.

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