Durante
el año 2015, un equipo del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la
Universidad de Valladolid, formado por los compañeros Juan María Prieto, José
Luis Izquieta, Rafael de la Puente y un servidor, coordinado por el primero,
tuvimos la oportunidad de participar en la sistematización y análisis de un
proyecto piloto denominado Servicio de Asistente Personal con
personas con diversidad funcional intelectual y/o enfermedad mental grave.
Era un proyecto impulsado por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de
Castilla y León en colaboración con el CERMI-Castilla y León y realizado a lo
largo de tres años por seis de las principales entidades del Tercer Sector de
Acción Social que trabajan con personas con diversidad funcional intelectual
y/o enfermedad mental en la región.
Resultado
de ese trabajo fueron dos publicaciones:
En
diciembre de 2019, la REVISTA ESPAÑOLA DE DISCAPACIDAD publicó en su número 2 (VOL.7) el artículo: Asistencia
personal y discapacidad intelectual: un servicio para la inclusión social (acceso al capítulo)
En
julio de 2019, publicó la Fundación INTRAS un capítulo titulado "La asistencia
personal para personas con discapacidad y enfermedad mental grave en Castilla y
León" (acceso al capítulo) en el libro:
Orihuela Villameriel, T.; Cantero López, L.; López Fraguas, A. (Comps.): La Asistencia Personal en salud mental. Edintras. Valladolid. España. (acceso al libro completo)
Como
conclusiones e ideas para la reflexión, se pueden destacar las siguientes:
1. El
Servicio de asistente personal (SAP) supone un cambio de paradigma en la manera
de prestar los apoyos a las personas con discapacidad o con enfermedad mental:
se trata de la planificación dirigida por la persona.
2.
La flexibilidad del SAP es uno de sus elementos más significativos e
identitarios: se adapta a las necesidades, potencialidades y características
del usuario, quien se convierte en el planificador del servicio, haciéndole
protagonista de su vida.
3.
El servicio responde a las carencias y demandas más importantes de las personas
en función de su ciclo vital y proyecto de vida: inclusión comunitaria,
acompañamiento fuera del hogar, apoyo escolar, apoyo en las actividades básicas
de la vida diaria, etc.; se atiende de forma diferente a la diversidad personal
según distintos momentos, espacios y contextos.
4.
El servicio se conforma como el mejor instrumento para mantener el vínculo de
la persona con su entorno y la permanencia y continuidad en su domicilio,
facilita un modelo de vida muy diferente al residencial contribuyendo a mejorar
significativamente su calidad de vida, autonomía, independencia y
autodeterminación.
6.
Un elemento clave del SAP es su contribución a la autonomía del receptor del
servicio en la toma de decisiones, a pesar de que ésta puede llegar a ser
desconcertante y producir cierta inseguridad en sus familias.
7.
La prestación del servicio de una manera idónea requiere ciertas
características por parte de las entidades: un armazón ético; un saber hacer
específico y especializado; una concepción de la asistencia personal como un
servicio en sí mismo; y la concepción del servicio como un trabajo en equipo
que conlleve una supervisión continua.
8.
No existe un tipo único de asistente personal, sino que coexisten diversas
modalidades de asistencia personal que requieren diferentes perfiles
profesionales.
9.
El perfil ideal del asistente personal se define por un conjunto de elementos:
los conocimientos, las habilidades personales, las competencias hacia la
autonomía, las destrezas técnicas, la experiencia práctica, la confianza, la
dimensión ética del profesional, etc. Su formación, aunque aún es inespecífica
y muy heterogénea, debería basarse en dos aspectos cardinales: conocimientos
teóricos, éticos y metodológicos sobre vida independiente; experiencia práctica
previa al ejercicio profesional.
10.
Las personas que utilizan este servicio prefieren contar con una entidad
gestora frente a la opción de contratación directa. La vía de la contratación
directa no resuelve bien algunos problemas de adaptación, sintonía y conexión
del asistente personal con el usuario, además de riesgos potenciales
relacionados con su suplencia o sustitución en casos de enfermedad o
vacaciones.
Por
otro lado, el proyecto piloto aportó al equipo de investigación y
sistematización un interesante bagaje experiencial que resulta muy rico tanto
por los diferentes asuntos explorados como por la diversidad de perspectivas y
enfoques desde los que se ha producido esa exploración. De esta riqueza se
pueden extraer diversas líneas de reflexión y/o acción:
- Considerar la asistencia personal como un
servicio en sí mismo. Esta concepción permite
configurar una intervención integral y multidisciplinar de una manera
mucho más comprensiva, extensiva e intensiva que la relación directa
asistente personal – usuario. Un servicio posibilita: a). Atender
cuestiones logísticas de indudable impacto personal para el usuario y para
el profesional (por ejemplo, bajas, sustituciones, vacaciones, gestión de
horarios); b). Ofrecer una atención compleja y exigente acorde con las
potencialidades y limitaciones de las personas destinatarias; c). Adaptar
el perfil del asistente personal y la naturaleza de su atención a la
evolución vital del usuario, evitando posibles dificultades de inadecuación.
- Evidenciar y subrayar la proyección individual,
social y cultural del SAP. a).
Alcance individual: favorece el bienestar personal, produce una mejora
emocional y conductual, fomenta un sentimiento de autoconfianza,
contribuye a romper el aislamiento de las personas con enfermedad mental y
diversidad funcional intelectual. b) Proyección social a dos niveles: de
un lado (y especialmente), en la persona, puesto que contribuye de manera
significativa a hacer efectiva su participación comunitaria y, en muchos
casos, al mantenimiento en su medio habitual; de otro, en el entorno
social por la vía de la sensibilización colectiva, el trabajo en red, la
articulación de servicios sociosanitarios, etc. c) Impacto cultural: tiene
presente sus derechos, impulsa los valores de la igualdad y la integración
social, contribuye al cambio de las representaciones sociales sobre la
discapacidad, favorece la superación de prejuicios y estereotipos.
- Reflexionar sobre la conveniencia de identificar
diferentes perfiles profesionales de acuerdo
con los diferentes niveles de exigencia de las tareas a realizar por
los/las asistentes personales (desde aquellas que resultan muy exigentes a
las que son significativamente menos rigurosas). Esta identificación
facilitaría el establecimiento de diferentes niveles de responsabilidad,
diversas modalidades de contratación, variables sistemas de formación,
procesos de selección adaptados y, de manera más significativa, la
incorporación de las propias personas con discapacidad o con enfermedad
mental como asistentes personales.
- Posicionar el trabajo en equipo y la coordinación
entre servicios como elementos clave en la configuración, implementación y
seguimiento del SAP. La colaboración de diferentes
profesionales y la coordinación de servicios sociales, educativos,
sanitarios, de ocio, etc. se vislumbran como un camino adecuado para la
gestión de apoyos de manera idónea en orden a hacer efectivo el objetivo
último del servicio: la realización de un proyecto de vida independiente.
- Definir procesos formativos de los/las asistentes
personales combinando la formación teórica (en
conocimientos, habilidades y, sobre todo, valores y principios de la vida
independiente) con formación práctica y, especialmente, con la formación
ad hoc, es decir, en función de los servicios requeridos por las personas
a las que atiende.
- Garantizar unas adecuadas condiciones laborales
de los/las asistentes personales de
manera que el ejercicio profesional se reconozca en su complejidad,
dedicación y exigencia y, al mismo tiempo, gane en atractivo como
oportunidad de empleo. Esta mejora pasa por la revisión de las tablas
salariales, los niveles y modalidades de contratación, el proceso de
formación y selección de los asistentes, etc. y el cuidado en el encaje
del profesional en el marco de la entidad.
- Diseñar, implementar y reforzar líneas de
difusión del SAP para dar a conocer las
características y potencialidades del servicio y romper las múltiples
barreras que tienen su origen en el desconocimiento de su naturaleza. Esta
difusión ha de hacerse a diferentes niveles: primero, entre las familias,
desconocedoras del servicio y/o de las oportunidades que éste ofrece;
segundo, entre las entidades vinculadas a la atención a la diversidad
funcional y a la enfermedad mental; tercero, entre los/las profesionales
de los servicios sociales básicos, encargados de la información,
orientación y, en su caso, derivación de familias y usuarios a entidades
que gestionan el servicio.
- Cuidar los procesos de seguimiento y evaluación
de la puesta en marcha e implementación del SAP. Estas tareas exigen la definición de una sistemática de evaluación,
la identificación de un proceso operativo accesible para las propias
entidades, la construcción de herramientas de seguimiento de la calidad y
la satisfacción, el diseño de protocolos que señalen con claridad pasos,
técnicas y responsables, etc., todo ello con la finalidad última de
resultar útil en la mejora continuada en la calidad del servicio.
- Crear espacios de encuentro, cauces de
comunicación, vías de intercambio y reflexión entre los diferentes actores
implicados en el SAP con la pretensión de
conocerse, tender puentes, dialogar y colaborar para promover la mejora
del servicio.
Cada
una de estas ideas implica importantes desafíos que interpelan a múltiples
agentes (públicos y privados) y a una gran diversidad de interlocutores. De
cómo se afronten dependerá que las personas con discapacidad o con enfermedad
mental puedan disfrutar de este tan eficaz y prometedor servicio para lograr
una verdadera vida autónoma y con sentido.