¿Me ayudas o me controlas? Sobre la dificultad (imposibilidad) de compatibilizar la relación de ayuda con el control.

El pasado 19.20 y 21 de octubre se ha celebrado en Mérida el XIII Congreso Estatal y I Iberoamericano de Trabajo SocialAllí presenté una comunicación con ese título: ¿Me ayudas o me controlas? Sobre la dificultad (imposibilidad) de compatibilizar la relación de ayuda con el control. 

La comunicación pretende promover el debate sobre las estrategias y los roles que asumen las/os trabajadoras/es sociales, especialmente en atención social primaria, cuando se disponen a atender situaciones de pobreza y exclusión. 

En un formato un tanto provocador, intenté exponer algunas contradicciones. La primera, la que resulta de considerar el empleo como estrategia básica de intervención en materia de pobreza y exclusión, especialmente cuando paralelamente se gestionan ayudas económicas a las que se vincula con "una actitud activa" hacia el empleo. La segunda, que se haga coincidir en un mismo profesional los roles de ayuda (ante la situación de pobreza y exclusión) y de control. Es habitual pedir al profesional que establezca con las personas beneficiarias de las ayudas unos compromisos que el mismo profesional deberá comprobar (controlar) su cumplimiento y que vigile (controle) que se mantienen las condiciones que permitieron el acceso a las ayudas. 




No parece lógico que se encargue a la trabajadora/or social ayudar a las personas a mantener o recuperar sus condiciones de bienestar mediante la promoción y el apoyo psicosocial y, simultáneamente, se les encomiende que controlen si la persona a la que se pretende ayudar “quiere o no vivir del cuento” y hace todo lo posible por salir de su situación encontrando un trabajo, que en muchos casos no le garantizará ninguna salida. Parece razonable que para acceder a determinados beneficios sociales se solicite al aspirante que acredite, ante quien corresponda, que se está en una situación dentro de las establecidas para ser beneficiario; pero no parece tan lógico que se le exija probar que se hace todo lo posible por trabajar: buscar empleo, mejorar la cualificación, etc.  Los perceptores de ayudas económicas frecuentemente deben demostrar que mantienen determinada actitud o predisposición mediante la suscripción de una serie de compromisos (plan individualizado de inserción) que van más allá de ser un buen ciudadano conviviendo pacíficamente en su entorno social, quedando sometidos, en muchos casos, a la interpretación subjetiva de lo que el profesional conciba por “normalidad” e “integración”. 

En este sentido, cobra especial relevancia el artículo 7 del Código Deontológico de Trabajo Social, relativo a los principios generales de la profesión, especialmente los principios de respeto activo y autodeterminación. 

La comunicación concluye ofreciendo algunas alternativas y propuestas que permitan una adecuada atención a los usuarios y una eficaz respuesta al encargo de gestión justa y eficaz de prestaciones sociales.